La Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Javeriana cuenta con un edificio de laboratorios de última generación, con 14.000 metros cuadrados destinados a la docencia, la investigación y los servicios que impulsan el desarrollo tecnológico y la innovación en el país.

Inaugurado en enero de 2020, este imponente edificio dorado —inspirado en la frase del himno universitario “El Bronce de los Siglos”— alberga más de 96 espacios concebidos para que estudiantes e investigadores desarrollen proyectos colaborativos con impacto social, excelencia y responsabilidad. Su infraestructura, además, responde a las necesidades del sector productivo, consolidando a la Facultad de Ingeniería como un aliado estratégico de la industria.

Una característica significativa del proyecto es el Atrio, un espacio comunitario que conecta la estructura antigua con la nueva y se articula en diferentes niveles con la red peatonal del campus. Este vestíbulo ofrece áreas de acceso y encuentro para la comunidad académica, transformando la fachada interior de ladrillo en jardines verticales que aportan absorción acústica, regulación térmica y atractivo visual.

La adición de 14.089 m² en acero, distribuida en 15 niveles y 3 sótanos, se eleva 74 metros sobre el campus. En su interior contiene 94 laboratorios de investigación y aprendizaje, 15 espacios exclusivos para docencia y más de 700 m² de áreas informales de aprendizaje. La mayoría de los laboratorios cuentan con muros transparentes que favorecen la participación y el intercambio entre diferentes disciplinas y campos de investigación. Esta infraestructura sirve a los cuatro departamentos que conforman la facultad —Ingeniería Civil, Electrónica, Industrial y de Sistemas— y está preparada para albergar futuros programas académicos.

El diseño arquitectónico del edificio se inspira en dos tipologías asociadas al acero: la nave de planta abierta (Crystal Palace) y la torre estructural. El Atrio encarna la primera, mientras que la torre responde al concepto de canasta estructural de acero, donde la fachada y la estructura son una sola entidad. Su revestimiento combina muros interiores de vidrio laminado de baja emisividad, que reducen las cargas energéticas y al mismo tiempo optimizan las vistas del paisaje urbano y natural. Un piso mecánico a media altura alberga el sistema central de distribución de aire, liberando la cubierta para su uso como terraza comunitaria. Durante la construcción, se procesaron y prefabricaron 1.880 toneladas de acero estructural en un entorno controlado, consolidando la estructura mediante 81 columnas huecas personalizadas, soldadas de manera continua al 100% en toda la fachada de color bronce. El resultado es un edificio que no solo resuelve complejos desafíos técnicos, sino que también simboliza un paso hacia el futuro de la facultad y del país.

En coherencia con el compromiso de la Universidad con el cuidado de la casa común, el edificio obtuvo la Certificación Edge del Banco Mundial, que reconoce su eficiencia en el uso de agua y energía, el empleo de materiales sostenibles y su diseño bioclimático. Desde su apertura, ha inspirado investigaciones y colaboraciones en ingeniería, tanto a nivel local como regional, consolidándose como un referente académico, tecnológico y ambiental.